“Podar mal un bonsái no es más grave que un mal corte de pelo; siempre vuelve a crecer. Pero cuando coges la regadera tienes en tus manos el poder sobre la vida o la muerte”.
Zeko Nakamura
El riego inadecuado, ya sea por exceso o por falta de agua, es una de las principales causas de muerte de los bonsáis por ello es esencial que los cuidadores presten atención a las necesidades de riego de sus plantas para mantenerlas saludables y con vida; aunque el bonsái puede sobrevivir sin abono durante meses no puede vivir mucho tiempo sin agua
Si el sustrato de la maceta se mantiene demasiado húmedo durante períodos prolongados, puede provocar la pudrición de las raíces, lo que a su vez puede debilitar la planta e incluso matarla. Por otro lado, si el bonsái no recibe suficiente agua, las hojas pueden marchitarse y caer, y la planta también puede debilitarse y morir.
El riego debe ser abundante, y su exceso debe salir libremente por el drenaje de la maceta, para asegurar que el agua llegue a todas las partes del sustrato y para lavar las sales, polvo y restos de abono que pueda haber en este. Si el bonsái no drena bien puede ser porque las raíces hayan colonizado toda la maceta o porque el sustrato se haya compactado; en ambos casos hay que considerar un trasplante.
Ya sea con regadera o con manguera (en modo ducha fina) riega una primera vez desde la distancia para humedecer el sustrato, evitando arrastrar los granos superficiales. Vuelve a hacerlo más cerca, pasados unos minutos, para arrastrar las impurezas de la superficie. Si es necesario, riega una tercera vez, desde otro ángulo, para asegurar que no queda seca ninguna zona de la maceta.
Mojar la copa del árbol puede ser beneficioso, pero no se recomienda en los pinos y juníperos (cuyas agujas y corteza brillan más cuando están secas) y tampoco a los árboles con tendencia a desarrollar mildiu, como los manzanos, rosales, y prunos.
El agua está presente en el sustrato de un bonsái en varias formas, y cada una de ellas tiene una disponibilidad distinta para las raíces:
- El agua libre se encuentra en los espacios más grandes entre las partículas del sustrato, si desplaza al aire necesario para la respiración de las raíces puede causar su pudrición. En los sustratos sueltos utilizados en bonsái, el agua libre se elimina rápidamente a través del drenaje de la maceta.
- El agua capilar, retenida por el sustrato en sus huecos capilares a través de fuerzas de tensión superficial. Las raíces solamente tienen fuerza para succionar el agua presente en los capilares gruesos, mientras que el agua de los capilares finos puede ser de difícil acceso.
- El agua higroscópica y el agua de constitución no son accesibles para las raíces y no tienen un impacto significativo en la disponibilidad del agua para las plantas.
La frecuencia de riego determina la disponibilidad de agua para el bonsái, y puede variar dependiendo de varios factores, como el tipo de árbol, el clima, la época del año y el tipo de sustrato utilizado.
Cada bonsái tiene su propia capacidad de retención de agua, esto es la cantidad máxima de agua que puede retener una vez finalizado el drenaje. Esta capacidad coincide con el máximo de agua capilar, cuando el sustrato tendrá la mayor cantidad de agua accesible para las raíces una vez que se haya drenado el exceso de agua (suele estar en el rango del 10 al 30% del volumen total de agua presente en el sustrato).
La elección del sustrato adecuado, su evolución desde el último trasplante y la gestión adecuada del riego son críticos para mantener una cantidad adecuada de agua disponible para las raíces. La mayoría de los problemas de riego se pueden evitar eligiendo bien el sustrato. ¿Qué sustrato elegir para cada bonsái? – Hatoen
El agua y los nutrientes son absorbidos por las raíces del árbol y se mueven hacia las hojas a través del xilema mediante una combinación de fuerzas físicas, como la tensión, la cohesión y la adhesión. La tensión se genera por la transpiración de agua a través de las hojas, lo que crea una succión para reemplazarla. La cohesión y adhesión se refieren a las fuerzas de atracción que mantienen juntas las moléculas de agua y las paredes celulares del xilema, lo que ayuda a que el agua se mueva en una corriente continua hacia arriba.
Hay que vigilar la humedad del sustrato y regar el bonsái solo cuando éste comienza a secarse, en un equilibrio que evite tanto la pudrición de las raíces como el estrés hídrico. Casos extremos son los árboles enfermos, o defoliados, o que estén otoñando, a los cuales hay que restringir el riego, o por el contrario los árboles jóvenes, vigorosos, de crecimiento rápido que necesitan mucha agua.
Cuando las raíces del bonsái están encharcadas, es decir, cuando están sumergidas en agua por un período prolongado, este exceso de humedad en el sustrato puede provocar su pudrición. Esto se debe a que las raíces necesitan aire para poder. Además, la falta de aire puede promover el crecimiento de bacterias y hongos anaeróbicos que pueden atacar las raíces y provocar su pudrición, haciéndolas incapaces de absorber suficientes nutrientes y agua, lo que puede provocar la debilidad y la muerte del árbol. Por esta razón, es importante evitar el encharcamiento del sustrato en los bonsáis y asegurarse del buen drenaje de la maceta.
Por el contrario, la falta de agua provoca el marchitamiento, señal visible del estrés hídrico. Si tu bonsái se ha marchitado, es una señal de que no está recibiendo suficiente agua o está experimentando estrés hídrico. Aquí hay algunos pasos que puedes seguir para recuperarlo:
- Riego adecuado: Asegúrate de que tu bonsái reciba suficiente agua, incluso sumergiéndolo en agua durante unos minutos, pero evita después regarlo en exceso, lo que puede llevar a problemas de pudrición de la raíz. Para determinar cuándo es necesario regar, puedes verificar la humedad del sustrato rascando el sustrato con un palillo o utilizando un medidor de humedad.
- Poda: Si un bonsái caducifolio está extremadamente marchito y ha perdido la mayoría de sus hojas, puedes considerar podar los tallos y ramas dañadas. Esto puede ayudar al árbol a recuperarse más rápidamente al reducir la cantidad de tejido que necesita hidratarse. Las coníferas suelen ser más resistentes pero cuando observamos signos de marchitamiento probablemente ya no hay remedio.
- Protección contra el sol: Si el bonsái está expuesto a demasiada luz solar directa, puede estar experimentando estrés hídrico. Para protegerlo del sol, puedes moverlo a una ubicación más sombreada o proporcionar sombra temporalmente.
- Humedad adicional: En épocas muy secas puedes colocar los bonsáis más exigentes en una bandeja con agua y gravilla para que el agua no toque directamente el fondo de la maceta.
- Protección de la evaporación: El musgo de sphagnum puede ser útil para proteger la superficie del sustrato de la maceta de un bonsái de la sequedad (también se usa esta protección después de un trasplante) pero es importante no exagerar en la cantidad utilizada y retirar el musgo cuando el bonsái se haya recuperado.
Las características deseables del agua para el riego de bonsáis son las siguientes:
- PH: El pH ideal del agua para bonsáis es entre 6,0 y 7,0. Si el agua es demasiado ácida o alcalina, puede causar problemas en las raíces y afectar la absorción de nutrientes.
- Contenido de sales: El agua debe tener un bajo contenido de sales, ya que estas pueden acumularse en el sustrato y dañar las raíces del bonsái. Si el agua disponible tiene un alto contenido de sales, puede ser necesario utilizar un tratamiento de ósmosis para reducir estas.
- Contenido de cloro: El exceso de cloro en el agua puede ser perjudicial para el bonsái, por lo que si este es tu caso es aconsejable dejar el agua reposar durante al menos 24 horas antes de regar el bonsái para permitir que el cloro se evapore.
- Temperatura: El agua debe estar a temperatura ambiente antes de regar el bonsái. El agua demasiado fría o caliente puede dañar las raíces del bonsái.
Las pérdidas de agua en un bonsái dependen de varios factores, siendo la evaporación y la traspiración los procesos principales. La evaporación es la pérdida de agua del sustrato debido a la sequedad relativa del entorno, mientras que la traspiración es la pérdida de agua a través de los estomas de las hojas del árbol. La cantidad de agua que se pierde por evaporación y traspiración en un bonsái depende de varios factores, como la especie de árbol y su edad, la humedad ambiental, la porosidad del sustrato, la temperatura, la luz y la intensidad del viento.
La mejor hora para regar un bonsái es por la mañana, antes de que el sol caliente. Evita regar durante las horas más calurosas del día, ya que el agua se evaporará rápidamente, disminuyendo la cantidad de agua disponible para las raíces del bonsái. Si fuera necesario un riego adicional el mismo día, hazlo por la tarde, para que dé tiempo a que el exceso de agua pueda evaporarse. Si se riega por la noche quedará en el ambiente una humedad excesiva, lo que puede favorecer una invasión de insectos, babosas, hongos o bacterias patógenas. Árbol en maceta, y algo más – Hatoen
Si observas que un bonsái pequeño necesita más de dos riegos al día probablemente es mejor trasladarlo a una zona más fresca. Al contrario, si, por ejemplo, un pino tarda más de un día en secar en verano probablemente necesita más sol.
La temperatura del agua es un factor importante por considerar al regar un bonsái, ya que puede afectar la salud de las raíces y el crecimiento del árbol. En general, se recomienda utilizar agua a temperatura ambiente (digamos entre 18-24 grados Celsius) para regar los bonsáis, evitando el uso de agua extremadamente fría o caliente. Cuidado al empezar a regar con una manguera que ha estado calentándose al sol, se debe esperar a que el agua salga fresca.
“El agua del cielo no quita riego”. La copa del bonsái hace de paraguas y suele evitar que la lluvia llegue a mojar el sustrato, incluso durante un chaparrón fuerte, por lo que persiste la necesidad de regar en la mayoría de los días lluviosos, empapando todo el sustrato como hacemos habitualmente. Caso aparte son los periodos largos de lluvia, durante los cuales puede ser incluso conveniente proteger de ella a los árboles menos tolerantes a la humedad.
En general, no se recomienda regar un bonsái antes de una helada, ya que puede aumentar el riesgo de daños por las bajas temperaturas. Es mejor regar durante el día cuando las temperaturas son más cálidas y el sol está presente. De esta manera, el agua tendrá la oportunidad de drenar bien antes de que llegue una helada durante la noche.
El tamaño y la profundidad de la maceta de bonsái pueden influir significativamente en la frecuencia necesaria de riego. Las macetas planas tipo saikei y las lajas drenan con más dificultad, por lo cual hay que evitar regar estas en exceso.
Hay una tendencia a usar macetas demasiado pequeñas, como si el árbol estuviese en “modo exhibición” permanentemente, lo que va en detrimento del cultivo. En general, una maceta un poco más grande reducirá la frecuencia de riego y facilitará el cultivo ya que el sustrato adicional puede retener más agua disponible, por más tiempo para las raíces del bonsái.
Es muy importante asegurarse de que el agua llegue a todos los puntos del sustrato de la maceta, para que todas las raíces puedan absorber la humedad y los nutrientes necesarios. Si el agua no fluye correctamente, puede haber zonas del sustrato que permanezcan secas, lo que puede secar las raíces en esa zona.
El musgo en la maceta es bonito, pero puede actuar como una barrera que evita que el agua penetre en el sustrato ya que si se seca puede volverse impermeable y obstaculizar el riego, por lo tanto, es recomendable eliminar el musgo o asegurarse de que se mantenga húmedo para evitar este problema.
Es recomendable aumentar la frecuencia de riego para los bonsáis recién trasplantados. Durante el proceso de trasplante, las raíces del bonsái se podan y necesitan tiempo para recuperarse y volver a absorber agua de manera efectiva, por otra parte, el sustrato nuevo suele ser más poroso, lo que significa que el agua se evaporará más rápidamente.
No es posible definir una frecuencia fija de riego para un bonsái, ya que ésta depende de su propia capacidad de retención de agua y de factores externos como la temperatura ambiente, la humedad relativa y el viento. En invierno puede ser suficiente un riego semanal y en verano el mismo árbol puede necesitar dos riegos diarios. Dos árboles que estén sujetos a las mismas condiciones ambientales pueden tener necesidades de riego muy diferentes, aunque estén uno al lado del otro, por tener distintas capacidades de retención de agua. Por ejemplo, un caduco recién trasplantado, con el sustrato muy suelto, que esté brotando fuertemente consumirá mucha más agua por transpiración y evaporación que un pino en un sustrato más compacto por llevar varios años sin trasplantar.
Esta es la dificultad de programar adecuadamente el riego automático para toda una colección. Si bien puede ser una solución práctica en determinados momentos como las vacaciones, es mucho mejor regar manualmente y aprovechar este momento para observar el aspecto y salud de cada árbol atendiendo así a sus necesidades individuales. El riego manual brinda la oportunidad de interactuar con el árbol y mantener una conexión más cercana con él, lo que es muy gratificante.