“Cualquiera puede cultivar un bonsái, pero solo alguien que ama a la naturaleza puede hacer uno.”
John Yoshio Naka
En el arte del bonsái, la clave para el éxito radica en entender la relación entre el crecimiento de los brotes y las raíces: un árbol sano alargará sus brotes para conquistar el espacio que lo rodea en busca de sol y aire, al mismo tiempo que crecen las raíces que sustentan este crecimiento, de ahí la necesidad de la poda y del trasplante.
La mayoría de las especies tienen más vigor en el ápice que en las ramas más bajas; si no se aclara éste se volverá demasiado espeso, impidiendo que la luz y el aire llegue a las ramas más bajas, las cuales se debilitarán y terminarán muriendo. Para evitarlo, además de aclarar el exceso de ramas del ápice, se pueden defoliar total o parcialmente las masas verdes demasiado tupidas y también se puede dejar que las ramas más débiles se alarguen.
Imagina que una rama está creciendo hacia el interior del árbol, lo que no es ideal para el diseño. Al identificar un brote en esa rama que apunta hacia el exterior, puedes cortar justo encima de ese brote. Con el tiempo, la energía del árbol se concentrará en hacer que el nuevo crecimiento siga la dirección deseada, y la rama se extenderá hacia afuera en lugar de hacia adentro.
Esta técnica no siempre elimina por completo la necesidad de alambrado, pero es muy útil en ramas jóvenes o en las etapas iniciales de la formación del bonsái. Combinar la poda dirigida con el alambrado, cuando sea necesario, puede crear un bonsái más equilibrado y natural.
A los árboles caducifolios jóvenes en formación se les suele dejar alargar las ramas (que engrosarán simultáneamente) hasta los meses de junio-julio en que se podarán para mantener la forma. Esta poda de verano, así como el aclarado y defoliado, reducen las pérdidas de agua por transpiración en los días más calurosos, lo cual es importante en estos árboles. Posteriormente se les deja crecer de nuevo hasta que caen las hojas, momento en que, sin el estorbo de estas, se puede hacer la poda de formación para eliminar las ramas defectuosas o mal dirigidas.
El objetivo de la poda estacional en los árboles caducifolios jóvenes en formación es conseguir que desarrollen una estructura sólida, una forma equilibrada y una mayor resistencia a las condiciones climáticas, a la vez que se potencia su belleza como bonsái siguiendo la secuencia:
- Primavera-verano: Dejar alargar las ramas y realizar una poda ligera para mantener la forma y engrosar las ramas (junio-julio).
- Verano: Defoliado parcial y aclarado para reducir la transpiración y mejorar la aireación del árbol.
- Otoño: Tras la caída de las hojas, se hará la poda de formación para eliminar ramas defectuosas o mal dirigidas.
Los árboles caducifolios maduros ya tienen su estructura formada, por tanto, lo que se persigue es mantener las ramas terciarias finas y los entrenudos cortos mediante un pinzado constante siguiendo la secuencia:
- Primavera-verano: Pinzar los brotes tiernos dejando solamente un par de hojas cuando estas nacen pareadas (como en los arces) o una o dos, según la dirección del brote, cuando estas nacen alternas (como en los carpes).
- En junio-julio se hará un aclarado o un defoliado parcial para favorecer la entrada de luz y aire a los brotes interiores. Estas técnicas ayudan a mantener la forma refinada y detallada del bonsái, asegurando que las ramas más pequeñas y delicadas conserven su elegancia sin engrosar demasiado.
- Otoño: Tras la caída de las hojas se hará la poda de formación para eliminar ramas defectuosas o mal dirigidas.
Acortar una rama en lugar de eliminarla es una práctica recomendable cuando se tienen dudas, ya que brinda tiempo para evaluar el impacto en el diseño del árbol sin comprometer el crecimiento futuro ni tomar decisiones irreversibles. Es importante dejar varios brotes, lo que ofrece una red de seguridad en caso de que decidas más adelante que esa rama puede ser útil para el diseño o para mantener el vigor del árbol en esa zona.
Aunque los árboles caducifolios crecen más rápido que las coníferas, con las técnicas adecuadas de poda, pinzado, riego y fertilización, se puede controlar su velocidad de crecimiento y mantener su forma y estructura. Un mantenimiento constante es esencial para evitar que el bonsái pierda su equilibrio estético debido a un crecimiento demasiado vigoroso. Regular el riego y la fertilización según la fase de crecimiento del árbol es fundamental para manejar su velocidad de desarrollo, un exceso de agua o fertilizante durante la temporada de crecimiento acelerado puede hacer que el árbol pierda su forma, mientras que reducir estos elementos puede ayudar a mantener el control sobre su estructura.
Si cortamos una rama gruesa es conveniente dejar un tocón de dos o tres centímetros para evitar la retirada de savia en las ramas adyacentes, un fenómeno que puede debilitar las ramas adyacentes y afectar la salud general del árbol. Al año siguiente se cortará el tocón, procurando que el corte sea cóncavo, lo que asegura que el callo de cicatrización se forme de manera uniforme y sin protuberancias ayudando a preservar la estética del bonsái. Después se recorta el borde de la herida con una cuchilla bien afilada e inmediatamente se tapa la herida con pasta cicatrizante para iniciar la cicatrización.
La pasta cicatrizante tiene varias funciones:
- Protege la herida de infecciones por hongos, bacterias o insectos, que podrían debilitar el árbol.
- Estimula el crecimiento del callo de cicatrización, ayudando a que la herida se cierre más rápido.
- Minimiza la pérdida de savia, lo que es esencial para la salud del árbol.
En las coníferas, además de poder realizar el corte limpio y cóncavo, existe la opción de aprovechar la rama gruesa para crear un jin con la apariencia de una rama muerta, lo que le da al bonsái un aspecto envejecido y natural.
La época del año en que se poda influye significativamente en la salud y el crecimiento de los árboles, no se recomienda hacerlo cuando el clima es extremo, como en medio de un invierno frío o un verano muy caluroso.
En general, es mejor evitar la poda desde finales de marzo hasta principios de mayo, dependiendo de la región y de la especie arbórea específica. Este es el momento en que muchos árboles experimentan un flujo de savia y un crecimiento importantes. La poda en este período puede causar pérdida excesiva de savia, lo que puede debilitar el árbol y hacerlo más vulnerable a enfermedades y plagas.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que algunos árboles prefieren ser podados en verano en lugar de en invierno. Los abedules, arces y nogales sangran y pueden retirar savia cuando se podan en invierno, por lo que se pueden podar a principio del verano o a finales de otoño, tras la caída de la hoja.
Desde finales del verano hasta el otoño suele ser el peor momento para podar árboles de hoja caduca. Durante este tiempo los árboles están almacenando en las hojas los azúcares que necesitarán para producir un nuevo crecimiento en la primavera, por lo tanto, la poda en esa época reduce la capacidad del árbol para producir y almacenar alimentos y puede generar una brotación tardía, que estresa al árbol y no tiene tiempo para endurecerse antes de que lleguen las heladas.
La poda, aunque puede parecer un desafío, es una herramienta valiosa que permite guiar el crecimiento del bonsái, mantener su forma y asegurar su salud a largo plazo. Con práctica y paciencia, se convierte en una actividad gratificante que brinda la oportunidad de aprender y disfrutar del hermoso arte del bonsái. Recuerda que cada árbol es único, y las técnicas deben adaptarse a sus necesidades específicas. ¡Diviértete cuidando y formando tu bonsái!