El bienestar y la energía se engendran mutuamente. Joseph Addison.
La mayoría de los árboles que cultivamos como bonsái tienen un rango de temperatura óptimo para su actividad metabólica entre 15ºC y 25ºC (teniendo en cuenta que cuando hay transpiración foliar sus hojas están entre uno y tres grados más frescas que la temperatura ambiente).
La temperatura foliar no es el único factor por considerar, sino que la humedad relativa del aire es igualmente importante. Las plantas absorben el agua y los nutrientes principalmente por las raíces y estos deben llegar hasta las hojas, al mismo tiempo captan el CO2 necesario para la función clorofílica a través de unos pequeños poros de las hojas: los estomas. En estos dos procesos fisiológicos entran en juego dos parámetros fundamentales que dependen de la temperatura y de la humedad relativa ambientales: la Evapotranspiración y el Déficit de Presión de Vapor o DPV.
¿Cómo es posible el ascenso de savia hasta la cima de una secuoya de 100 m de altura? Si la presión de la red de agua doméstica en nuestra ciudad es de cuatro atmósferas y vivimos a una altura de 20 m (un quinto piso), la presión en nuestro grifo solamente será de dos atmósferas. Si viviéramos en el piso diez (40 m) el agua llegaría sin presión y necesitaríamos una bomba adicional.
¿Qué tipo de bomba utilizan las secuoyas? En la naturaleza el ascenso de la savia hasta la cima de los árboles se consigue gracias a una combinación de mecanismos:
- Transpiración: Los estomas de las hojas permiten la salida de vapor de agua, que las refresca y al mismo tiempo crea una succión que ayuda a subir agua que captan las raíces; es como cuando bebemos chupando de una pajita.
- Tensión-cohesión-adhesión: El agua en los tejidos de la planta se mantiene unida gracias a las fuerzas de tensión y cohesión. La adhesión se refiere a la atracción del agua a las paredes celulares de los vasos conductores. Estas fuerzas trabajan en conjunto para mover el agua desde las raíces hacia las partes superiores del árbol.
- Capilaridad: Los vasos conductores de xilema presentes en el tronco y las ramas de la secuoya permiten el ascenso capilar del agua. Estos vasos son delgados y están compuestos por células muertas con paredes rígidas. La capilaridad es un fenómeno físico que permite que el agua ascienda por estos vasos gracias a la adhesión y cohesión entre las moléculas de agua.
Es importante destacar que estos mecanismos trabajan en conjunto y dependen de la disponibilidad de agua en el suelo y de las condiciones ambientales. La sequoia tiene un sistema de raíces extenso y profundo que le permite acceder a fuentes de agua subterránea, lo que es crucial para el crecimiento y la supervivencia de estos árboles gigantes.
El agua que aportamos a nuestro bonsái mediante el riego se convierte en vapor que se pierde a la atmósfera por evapo-transpiración: o bien directamente por evaporación desde el sustrato o bien por la transpiración del agua del interior de la planta a través de los estomas foliares.
Ambos procesos ocurren simultáneamente y no hay manera sencilla de distinguir cuál de ellos es más intenso para cada árbol. En los bonsáis recién trasplantados, con un sustrato muy poroso (o en árboles con relativamente poca masa foliar) el agua se pierde principalmente por la evaporación directa desde el sustrato; mientras que cuando este es compacto, y cuando la masa foliar sombrea totalmente la maceta, la transpiración de las hojas se convierte en el proceso principal de pérdida de agua.
Además de la temperatura y la humedad relativa el viento es muy importante en la evapotranspiración: con el aire en reposo el vapor permanece cercano a la superficie de las hojas formando una capa estacionaria de aire con alta humedad relativa que dificulta el flujo de la transpiración. Si hay viento este arrastra el vapor, y la sequedad que deja acelera el flujo de la transpiración como cuando el viento hace secar más rápidamente la ropa tendida. Fisiología vegetal (Lincoln Taiz &Eduardo Zeiger)
La presión de vapor es la que ejercen un sólido o un líquido en equilibrio a una temperatura determinada en un sistema cerrado. A efectos de la transpiración la humedad relativa en el interior de las hojas es del 100%, o lo que es lo mismo, el interior de las hojas contiene agua a la presión de vapor correspondiente a su temperatura.
El Déficit de Presión de Vapor (DPV) es la capacidad desecante del aire sobre las plantas o dicho de otra manera, cuanta humedad puede robar la atmósfera de estas. Se calcula por diferencia entre la presión de vapor saturado a la temperatura de las hojas (humedad relativa 100%) y la presión de vapor real en el aire (la humedad relativa real en la atmósfera en ese momento). El DPV se mide en kilopascales (1 atmósfera = 760 mmHg = 101,33 kPa)
La Humedad Relativa atmosférica y el DPV correlacionan a la inversa: cuando la primera es alta el segundo es bajo.
- DPV alto: Significa que el aire está seco, favorece la evapotranspiración resecando las plantas y generando estrés hídrico. Cuando el DPV es demasiado alto las plantas no pueden absorber suficiente agua a través de las raíces a la velocidad necesaria para reponer la transpiración y para no marchitarse cierran sus estomas, lo que impide la pérdida de agua, pero también el acceso del CO2 necesario para la función clorofílica; como resultado el crecimiento se detiene.
- DPV óptimo: máxima actividad metabólica, que es diferente para cada planta. Para la mayoría de los bonsái suele estar entre 0,5 kPa y 2 kPa .
- DPV bajo: Significa que el aire no puede aceptar más humedad, se acerca al punto de rocío. Las hojas no pueden transpirar, como si estuvieran en un baño turco se cubren de humedad, el flujo de sabia cesa su ascenso y con él el transporte de nutrientes, se detiene el crecimiento y, si la situación se prolonga, pueden aparecer mohos y hongos.
En la tabla siguiente podemos ver la zona azul en la que hay demasiada humedad para la planta; al no poder transpirar se inhibe el transporte de nutrientes. En la zona roja el aire está demasiado seco, los estomas se cierran para evitar el marchitamiento impidiendo la entrada de CO2 y con ella la fotosíntesis. Entre ambas zonas está la zona verde, que es la favorable para el crecimiento vegetativo de la mayoría de los árboles.
La siguiente gráfica es otra manera de ver la tabla anterior: por encima de la línea roja el DPV es demasiado alto (la humedad ambiental es demasiado baja) y hay riesgo de marchitamiento; por debajo de la línea azul el DPV es demasiado bajo (la humedad ambiental es demasiado alta), la planta no puede transpirar, como si estuviese en una sauna, la sabia no sube de las raíces y, si la situación se prolonga, pueden aparecer infecciones fúngicas.
El pasado mes de mayo ha sido muy variable en Brunete. En las dos gráficas siguientes se puede ver la evolución horaria de la temperatura y de la humedad relativa en nuestro vivero en 2022 (captadas con la estación meteorológica y software de Plantae® Manager) y los valores correspondientes de DPV.
El primer tercio del mes fue más cálido y seco de lo habitual, con temperaturas máximas próximas a los 30ºC, mínimas superiores a los 10ºC y humedad relativa entre el 20% y el 60%. En estos días el DPV estaba por encima de 2 kPa durante las horas diurnas, reduciendo la actividad metabólica de los bonsáis.
Los siguientes diez días el tiempo refrescó ligeramente, el DPV se situó dentro de la zona favorable al cultivo, alargándose notablemente los brotes nuevos.
A partir del día 21 empezó a llover, prácticamente todos los días. Las temperaturas se mantuvieron en un rango favorable, entre 12ºC y 25ºC, pero la humedad relativa subió considerablemente, manteniéndose consistentemente entre el 60% y el 100%, y haciendo bajar el DPV por debajo de 0,5 kPa durante todas las noches y a veces también durante varias horas del día. Este periodo húmedo se prolongó desde 22 de mayo hasta el 8 de junio, con una precipitación de 105 l/m2 y más de 200 horas hojas húmedas. El crecimiento se ralentizó y tuvimos que hacer tratamientos para prevenir el riesgo de infecciones fúngicas.
Hemos tenido en mayo la variabilidad de todo un año: si consideramos datos promedio de humedad y temperatura en el exterior de nuestro vivero, en diciembre, enero, febrero y parte de marzo típicamente tenemos alta humedad y mucho frio, con valores de DPV en la zona de exceso de humedad. En abril y mayo humedad media y temperatura suave, con valores de DPV en la zona favorable al cultivo. De junio a septiembre baja humedad y muy alta temperatura, con valores de DPV en la zona de marchitamiento, y finalmente, en octubre y noviembre sube la humedad y la temperatura es moderada, con valores de DPV de nuevo en la zona favorable al cultivo.
Las condiciones meteorológicas exteriores afectan menos al cultivo en el interior de los invernaderos industriales, donde se controlan al detalle las condiciones de cultivo para mantener el óptimo DPV en un rango estrecho, ajustando incluso las condiciones para cada fase del ciclo vegetativo. Como curiosidad, a continuación un ejemplo de las condiciones óptimas de cultivo publicadas para una planta que se fuma:
DPV corregido por temperatura de hoja (2,8ºC inferior a la Tª ambiente)
Etapa del ciclo vegetativo | Min DPV | Max DPV | Temperatura | Humedad relativa |
Esquejes / Plantas jóvenes | 0.8 kPa | 1.0 kPa | 21ºC | 60% |
Planta madura / Comienzo floración | 1.0 kPa | 1.2 kPa | 24° C | 50% |
Floración media / Tardía | 1.2 kPa | 1.6 kPa | 24° C | 40% |
En conclusión, las condiciones optimas de cultivo de cualquier planta dependen fundamentalmente de la temperatura y la humedad relativa, como se ha explicado, así como de la luz disponible ¿Una belleza en miniatura que se alimenta de luz? – El bonsái – Hatoen, del sustrato elegido ¿Qué sustrato elegir para cada bonsái? – Hatoen , de los hábitos de riego Errores comunes en el riego del bonsái que debes evitar – Hatoen y finalmente del abonado, pero de este hablaremos en otra ocasión.