En mi último envío cometí la imprudencia de prometer un artículo sobre el abonado de los bonsái. Para centrar el tiro pregunté al profesor Google sobre “abonado de bonsái”: 63.100 resultados. Por si eran pocos busqué en inglés “bonsai fertilization”: 273.000 resultados. Decididamente el mundo del bonsái no necesita mi contribución técnica en este tema porque entre todos estos artículos ya hay alguno bueno; quien a estas alturas no tenga ya su teoría sobre el mejor sistema de abonado tiene donde elegir información.
Tengo por costumbre cumplir lo que prometo, pero ¿Qué hacer para cumplir ésta vez?. Pues voy a contar a donde me han llevado muchos años de prueba y error y así doy la oportunidad de que quien quiera me critique públicamente, lo que sin duda me permitirá seguir aprendiendo.
Por razones prácticas, no empecé como muchos pioneros del bonsái preparando mis mezclas de abono sólido. Al fin y al cabo ya había en el mercado pellets de todo tipo, de origen nacional, y buenas marcas importadas directamente de Japón.
Enseguida desistí de los primeros porque aunque eran baratos, formaban una pasta que obstruía rápidamente el sustrato; me rasqué el bolsillo y probé lo mejor de lo mejor, directo desde Japón, porque mis arbolitos lo valían. Quien quiera saber las maravillas que obra en nuestros bonsái cualquier abono no tiene más que leer la información de su fabricante; para conocer sus desventajas es necesario usarlos porque de eso no hablan. Yo dejé de usar lo mejor de lo mejor, directo desde Japón, porque no hacía otra cosa que llenar y vaciar cestillos cada mes (de las bolsas de té ni hablemos) y francamente tenía mejores cosas que hacer con mi tiempo.
Empecé a usar abono mineral de liberación lenta. Son unas bolitas de NPK, con micro-elementos, recubiertas de una membrana permeable que libera los nutrientes en cada riego. Las hay con distintas proporciones de NPK y duración hasta nueve meses, lo que permite una sola aplicación en primavera, repartiendo las bolas en la superficie de la maceta (no, no es necesario enterrarlas), y eliminándolas en otoño.
En mi opinión, este es el mejor abono de base para los aficionados, complementado ocasionalmente con abono orgánico líquido pero cuando se cultivan varios miles de árboles como es el caso en Hatoen es necesario simplificar y por eso yo uso ahora abono mineral y orgánico líquido, que aporto alternativamente una vez por semana de abril a octubre con el agua de riego. Podéis adquirir en la tienda de Hatoen los abonos para bonsáis que utilizamos en nuestros propios viveros.
Como abono mineral, en primavera y verano prefiero un 20:20:20, de los usados en cultivo hidropónico, porque tiene menos sales no asimilables que los menos ricos y la acumulación de sales en el sustrato es indeseable. También al ser más rico permite reducir la concentración; siempre es preferible una baja concentración y una alta frecuencia de abonado, de ahí mi recomendación anterior sobre los abonos de liberación lenta. A partir de septiembre lo sustituyo por otro con menor proporción de nitrógeno para preparar la planta para el invierno.
El nitrógeno es crítico para regular el crecimiento, de ahí que un árbol maduro necesita menos que uno en formación, y también influye en la resistencia de las plantas a las enfermedades: una planta con déficit de nitrógeno genera más defensas y es más resistente que una que tiene exceso. El secreto es el equilibrio, ni mucho ni poco, para aprovechar el crecimiento normal de la planta sin convertirla en un obeso enfermo. El potasio y el fósforo pueden estar en exceso, la planta va a tomar solamente lo que necesite sin graves contraindicaciones.
Entre los abonos orgánicos que utilizo en el riego en semanas alternas con el mineral están:
• Ácidos húmicos y fúlvicos, que se combinan con las arcillas del sustrato aumentando la retención de los cationes del abono, y tienen un efecto bio-estimulante en las raíces.
• Estimulante del enraizamiento
• Estimulante de la brotación y el crecimiento
• Anti estrés durante los fuertes calores.
Periódicamente uso un bio-estimulante foliar a base de aminoácidos por su rápido efecto en situaciones de estrés.
No sobrevalore el efecto del abono, solo sirve a las plantas sanas y en crecimiento y por tanto no debe abonarse a plantas débiles o recién trasplantadas.
Para la salud de la planta son más importantes otros factores del cultivo como la iluminación, la temperatura, el riego, o la aireación del sustrato que el propio abono.